Vivimos en un país que, en lugar de avanzar, retrocede, gracias a la acción de un gobierno inepto y cobarde al que los ciudadanos no le importan lo más mínimo.
Prácticamente desde el mismo momento en que llegaron al poder empezaron a recortar derechos básicos. ¿La excusa? Primero fue la «herencia recibida», luego la crisis o porque es lo que Alemania espera que se haga. Mañana podría ser otra.
Recortan en la educación pública, pero no porque no haya dinero, ya que sí lo hay para apoyar a la escuela concertada, religiosa y que segrega a niños y niñas. Consecuencia: sólo los ricos podrán estudiar.
Recortan en sanidad, convirtiendo la sanidad pública española que, hasta ahora, era motivo de orgullo y ejemplo a seguir, en una sanidad de beneficencia. Consecuencia: sólo los ricos se podrán curar.
Recortan en derechos laborales. Tenemos una de las tasas de desempleo más alta de la Unión Europea, con casi un 27% de personas sin trabajo. El desempleo juvenil alcanza cotas irreales superando el 55%. Consecuencia: huida de muchas personas y pérdida de un gran potencial laboral para este país.
Y no contentos con esto, ahora le toca el turno a la ley del aborto. La actual ley de plazos les parece una abominación. Tampoco les sirve la ley de supuestos del año 82. Consecuencia: las mujeres con recursos volverán a irse al extranjero a abortar, mientras que quienes no tienen medios arriesgarán sus vidas por interrumpir un embarazo.
Durante mucho tiempo España estuvo a la cola de los países de nuestro entorno, porque una dictadura nos detuvo en el tiempo durante buena parte del siglo XX y cuando empezábamos a acelerar y a acercarnos a ellos llega un nuevo parón en la evolución. Lamentablemente la España del siglo XXI, poco a poco va retrocediendo y, si no ponemos freno, cada día se parecerá más a la España del medievo. A una España de nobles y siervos. Y lo peor, es que volver a recuperarnos y devolvernos a este siglo será un camino mucho más largo de lo que muchos piensan.