Madrid, como cualquier gran ciudad, te sorprende con algo nuevo cada vez que vas. No importa cuanto la visites, siempre se guarda alguna sorpresa.
Hacía tiempo que no me acercaba a la capital del reino y hace unos días no sólo tuve tiempo de ver a amigos (no tantos como me habría gustado) sino también de callejear y tomar algunas fotos.
El Palacio Real imponente y majestuoso, como corresponde. Desafiando al tiempo y a los cientos de personas que diariamente se acercan a contemplarlo:
La Plaza de Oriente un lugar en el que relajarse o pasear ante la atenta mirada de la historia convertida en estatuas de antiguos reyes:
Más adelante un artista callejero dibuja a los turistas con trajes típicos. No necesitan ponérselos, sólo colocarse tras ellos. No importa que sea Madrid y no Sevilla, el traje de flamenca y el de torero no podían faltar:
Y, curiosamente, esa ciudad bulliciosa y llena de gente también a ratos se paraliza y uno puede encontrarse terrazas que recuerdan las conversaciones del día anterior y que anhelan las del día que empieza: