Cádiz

Cuando pienso en Cádiz, pienso en luz. Una luz brillante, cálida, que ilumina cada rincón de la ciudad y a su gente.

Una luz que ilumina sus parques, llenándolos de vida, de risas y voces,

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y su mar. Ese mar junto al que los pescadores pasan sus tardes, en compañía de sus cañas, esperando ese pez que les de la satisfacción del logro conseguido.

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Porque no se puede entender Cádiz, sin la fusión de la luz y el mar. Cuando la luz se va apagando, la playa se va quedando solitaria y es el momento idóneo para hacerla testigo de amores y desamores, de riñas, de nostalgias, de sueños.

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Las últimas luces, también indican el final de la jornada. Es el momento de dejar las barcas, de regresar a casa con la familia. Mañana será otro día. El sol brillará de nuevo y, con él, regresará la luz.

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Gijón

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Hablar de Gijón es hablar del mar, de ese Cantábrico que pasa de la calma a la furia en cuestión de segundos. Ese Cantábrico que te da espacio para caminar junto a él y, al instante, te lo quita, como si fuera el amo y señor de la ciudad y ésta le perteneciese.

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Es el mar junto al que se puede pasear, el mar que te relaja mientras lo contemplas, el mar que te da la calma que la vida te exige para poder seguir peleando.

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Incluso, cuando la noche empieza a caer sobre la ciudad, y los cielos se vuelven de fuego, ahí está el mar. Quieto, expectante, altivo

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No importa la hora, no importa la época del año, el mar siempre esta ahí. Es el amigo que no abandona, pase lo que pase. Es el amante fiel de una ciudad que no puede ni quiere darle la espalda.

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Père-Lachaise

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Siempre me ha gustado tomar fotos en los cementerios. Hay algo en ellos que me atrae y me inspira, así que en mi viaje a París no podía faltar la visita al cementerio de Père-Lachaisefamoso por contar entre sus «inquilinos» con personajes ilustres como Honoré de Balzac, Frédéric Chopin, Édith Piaf, Marcel Proust o Jim Morrison, por citar solo a unos pocos (poquísimos).

Pero no todo son tumbas con nombre, también hay muchas abandonadas, con vidrieras rotas que recuerdan que allí hay alguien del que ya nadie se acuerda.

ImageAlgunos se aseguraron que su mejor amigo siempre esté allí, a su lado, compartiendo el paso del tiempo:

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A otros sólo les acompañan las flores que deciden nacer en un lugar donde la muerte es la que manda:

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Pero, camines por donde camines, a lo largo de sus más de 44 hectáreas, siempre estarán ellos, los guardianes de Père-Lachaise, recordándote que ése también es su hogar, y que el intruso eres tú:

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Y no, por extraño que parezca, tomar fotos en los cementerios (aunque no sean tan famosos) es muy habitual, y en Père-Lachaise lo saben. Por esa razón, dentro de una de las criptas no hay una tumba, sino una enorme cámara de fotos. No es una tumba, sino la capilla de la Memoria Necropolitana, una asociación cultural que se dedica a salvaguardar el patrimonio funerario mediante fotografías:

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Notre Dame

Llegamos a la Île de la Cité una soleada mañana de otoño y allí nos esperaba la catedral de Notre Dame

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Entrar en esta joya del Gótico es un viaje a la Edad Media, especialmente si la visita coincide con la misa del domingo y el coro está cantando cuando atraviesas la gran puerta de madera que te separa del exterior.

La zona central está cerrada al público para que los muchos turistas no interrumpan la eucaristía que sacerdote y fieles celebran sin inmutarse, como si estuvieran en cualquier pequeña iglesia de pueblo y no en la gran catedral parisina. Ver sus vidrieras, sus lámparas con bombillas en forma de vela, el rosetón tapado por el gran órgano cuyo sonido se te mete en las entrañas, mientras paseas por los laterales y recorres la girola en el más absoluto silencio. No importa cuántos turistas haya dentro, sus voces apenas son audibles.

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Pero Notre Dame no es sólo su interior. También hay que subir a las torres, aunque Quasimodo no esté o se esconda de los curiosos. Desde lo alto, todos miramos a la calle quizás, como él, buscando ver llegar a Esmeralda.

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Sólo las gárgolas que vigilan la ciudad desde lo alto nos hacen compañía. Allí, junto a ellas, no se ven tan amenazantes ni horribles. Es más, no se puede dejar de tener cierto sentimiento de envidia por no poder disfrutar de esas vistas más que un ratito.

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Callejeando por Avilés

Con motivo de la celebración del festival literario Celsius232 me acerqué hasta Avilés, una ciudad en la que conviven perfectamente los viejos edificios como esta capilla:

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Con las estructuras más modernas, como el centro Niemeyer:

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Y, tratándose de una ciudad costera, no pueden faltar los barcos. Aunque no siempre sean tan imponentes como éste:

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San Juan

Una noche mágica, o eso dicen. Los fuegos artificiales dan el pistoletazo de salida a la noche más corta del año. 

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Como si de un nuevo comienzo de año se tratase, arrojamos a la hoguera todo lo que nos ata y nos impide avanzar, y le confiamos nuestros deseos e ilusiones, confiando en que ese fuego que nos hipnotiza nos ayudará a hacer borrón y cuenta nueva.

Y, por si esto no fuera suficiente, la luna llena hace su presencia, dejando claro que tampoco quiere perderse la hoguera. Se convierte así en testigo silencioso de cuanto ocurre alrededor de las llamas.

ImagePor delante quedan muchas horas para bailar alrededor del fuego, para reír, para llorar, para enamorarse, en definitiva para vivir y volver a empezar.

Engranaje

La vida es una sucesión de piezas que encajan unas con otras como una máquina de precisión. Cuando ese preciso engranaje gira sin complicaciones todo fluye como el agua de un río, a veces tranquilo, a ratos con sus rápidos y sus cascadas, aportando emoción y haciendo que todo sea menos monótono.

Es necesario que el engranaje esté en óptimas condiciones, que no se interpongan obstáculos entre sus piezas para que no deje de girar bruscamente y nos detenga. El objetivo es llegar a la meta. Quedarse a medio camino hará que nos perdamos demasiadas cosas.

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Homenaje

El 14 de abril de 1931 se proclama la II República en España, pero sólo vivió momentos tranquilos durante los dos primeros años, bajo el mandato de Manuel Azaña.

Con posterioridad llegaron momentos convulsos que derivarían en la revolución de Octubre de 1934. Pero sería el golpe de estado del 1936, detonante de la guerra civil española, el que sumiría a este país en el horror y la oscuridad durante más de 40 años.

El 1 de abril de 1939, junto con el fin de la guerra civil, se pone fin a la II República.

Tuvieron que pasar muchos años para que se pudiera honrar a todos esos españoles que perdieron su vida luchando por la democracia y por la libertad. Uno de esos homenajes tuvo lugar el domingo día 15 de abril en la fosa común de El Sucu, en Gijón.

ImageGregorio Cenitagoya González leyó su poema «El guerrillero»:

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Se hizo una ofrenda floral:

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ImageImagePero el homenaje no será nunca completo mientras falten todos los que siguen enterrados en los márgenes de las carreteras o en campos sin nombre, mientras quede una familia sin tener un sitio en el que llorar a sus muertos.

De regreso a casa, pasé junto al pequeño parquecito que rinde homenaje a trece mujeres cuyo único delito fue pertenecer a las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). Trece mujeres que murieron asesinadas por defender unas ideas que no gustaban a los asesinos. Para ellas va también este pequeño homenaje:

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Libertad

Libertad. Una palabra con muchas definiciones pero un solo significado. Una palabra que llena la boca de quien la pronuncia, que llena el espíritu de emoción, de sueños, de deseos, de ganas de vivir.

Cuando nos sabemos libres respiramos tranquilos. Tomamos consciencia de nuestra vida y nuestro destino. Avanzamos o retrocedemos cuando sentimos la necesidad de hacerlo o, simplemente, cuando nos apetece aventurarnos en un nuevo camino que no sabemos a dónde nos llevará. Somos como los pájaros que emprenden vuelo en cuanto abrimos las manos.

Sin libertad no somos, no existimos. Cedemos el control a quien quiera o pueda manejar los hilos y nos convertimos en marionetas de otro. La libertad se fue y sólo queda extrañarla o luchar para recuperarla.

Perder la libertad es perder todo.

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Tabla de salvación

Hay momentos en que cuesta mantenerse a flote. Todo a nuestro alrededor se derrumba con mayor o menor velocidad y es difícil no dejarse arrastrar. Sin embargo dejarse caer no es la solución. Nunca lo es.

Un vistazo rápido a nuestro alrededor nos hará descubrir algo a lo que agarrarnos. Seguro nos permitirá encontrar esa tabla que nos salve de hundirnos. Esa tabla a la que aferrarnos.

No importa que la tabla no sea lisa. No importa que tenga aristas. Esa tabla nos permitirá seguir a flote hasta que pase la tormenta.

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